Odié a los colombianos
Desde pequeño escuché comentarios sobre los colombianos,
lógico son vecinos. En mi País son muchísimos. Sin embargo yo sólo conocía a
una, amiga de la familia y no lo sabía, era muy pequeño como para distinguir
acentos si no están bien marcados.
Los comentarios que escuchaba eran positivos y negativos.
Expresiones típicas de personas que generalizan a falta de información; lamentablemente
me quedé con los negativos.
Recuerdo que era poca la rabia que les tenía, por allá en el
90ª a la edad de 16; año del Mundial de Italia donde Colombia jugó de forma
espectacular. Quién no recuerda a Higuita o Valderrama. Grité por Colombia y
celebré sus goles, por lo tanto debe
haber sido después cuando afloró mi xenofobia.
Las frases que más calaron en mí fueron: “Los barrios están
llenos de colombianos, por ellos tanta delincuencia”, “La mayoría son
ladrones”, “aquí vino lo peor de Colombia”, “A Venezuela vino una inmigración
buena en los 60 y otra mala en los 80, los Colombianos”, y así varias más.
Justo ese año del Mundial mis padres deciden emigrar a
Canarias y me tocó estar del otro lado. Ser visitante en otro país. Sin embargo
fue sólo por unos meses, casi unas vacaciones. Así que no pude ponerme en los
zapatos de los colombianos en Venezuela.
Comencé a culparlos por catástrofes de mi País y me llegó una noticia, que me daba la razón. Una pancarta en la entrada de un barrio colombiano en el Zulia, un estado de Venezuela; que decía: “Prohibida la entrada a venezolanos”. Ahí se activó lo que venía acumulando. Ya detectaba perfectamente el acento, no podía fallar en mi cruzada de odio. Aunque la mantuve discreta, casi en silencio. Sólo lo expresaba a familiares y amigos muy cercanos. Seguía sin conocer a ningún colombiano. ¿Sería ese el gran detalle?
Comencé a culparlos por catástrofes de mi País y me llegó una noticia, que me daba la razón. Una pancarta en la entrada de un barrio colombiano en el Zulia, un estado de Venezuela; que decía: “Prohibida la entrada a venezolanos”. Ahí se activó lo que venía acumulando. Ya detectaba perfectamente el acento, no podía fallar en mi cruzada de odio. Aunque la mantuve discreta, casi en silencio. Sólo lo expresaba a familiares y amigos muy cercanos. Seguía sin conocer a ningún colombiano. ¿Sería ese el gran detalle?
Varios años más tarde decido emigrar por mi cuenta. Ya no era un estudiante que
sólo tiene que preocuparse por hacer nuevos amigos. En ese momento tenía que
pasar por todo, lo que un buen emigrante debe pasar. Principalmente trabajar,
mucho, duro y en lo que sea. También me tocó escuchar muchas historias de
xenofobia. Cuidado, la próxima víctima podría ser yo!!!
A pesar de eso, me sentía tranquilo porque ya había estado
en ese mágico lugar y siempre había recibido un buen trato; además mi familia
procede de allá y eso me daba confianza. Sin embargo vi como afloraba ese
sentimiento de odio hacia el extranjero, incluso dentro de la misma población
de inmigrantes, con los que se creían más dignos de estar por esas tierras,
sólo por compartir el mismo idioma que los nativos.
Pude observar discriminación hacía una inmigración en
particular, la africana. Llegaban en pateras de Senegal, Mauritania, Nigeria,
Marruecos, Etc. La mayoría musulmanes y con idiomas diferentes. Culturas muy
distintas a la española. Los latinos llegábamos en avión, no éramos noticia
como las pateras encallando en las playas.
El odio lo vi en la construcción; sector donde trabajé algún
tiempo. Compartí con varias nacionalidades, aprendí su cultura y los defendía.
Empecé a sentir fobia de la xenofobia. Ni me acordaba de mis viejos tiempos, sin
embargo, poco importaba eso; tenía que sanar.
La vida siempre te coloca en el lugar perfecto para que
sanes. Fue así como terminé trabajando en una empresa constructora de
colombianos. El dueño, el gerente y todos, absolutamente todos los obreros eran
colombianos. Yo, en ese momento, fui doblemente extranjero. En el país y en el
trabajo.
El ser el único venezolano dentro de una empresa 100% de
colombianos fue, una bendición.
Jamás fui mejor tratado en ningún lado. Me consintieron
hasta más no poder. Fueron familia. La calidez humana como me recibieron en esa
empresa fue enorme.
Por fin conocí colombianos y lo hice bien, desde adentro.
Fue la mejor sanación porque incluso uno de ellos fue delincuente en Colombia y
estuvo preso. Tenía cicatrices en la cara por peleas en la cárcel. Él fue el que mejor me trató. Recuerdo que me
dijo, por alguna extraña razón a días de conocernos: “Chamo si tienes un
problema con alguien yo te defiendo”. Tremenda lección para los juicios.
Ahora, amo a Colombia, a las colombianas; a los colombianos
también. Su acento. El vallenato; mentira, tampoco para tanto.
Un Curso de Milagros nos dice que lo único que recibimos de
alguien es: "una petición de amor o una expresión de amor”
Yo hice una petición de amor que fue escuchada y dada varios años después en otro país. Por eso si estás en la posición de inmigrante y sientes rechazo, piensa que esa persona, te está haciendo una petición de amor porque necesita sanar algo en su interior. Exprésale amor.
Si eres quien esparce la xenofobia, por pequeña que te parezca; como cuando te expresas de alguna nacionalidad, puede que generalices algo negativo, incluso si los mismos nacionales lo dicen; no juzgues y pregúntate, para qué estás haciendo esa petición de amor.
¿Cómo se si tengo xenofobia?
Hay muchos niveles. Unos son poco perceptibles. Haz conciencia de tu forma de hablar hacia las personas. Si para hablar de alguien incluyes su nacionalidad, seguramente tienes xenofobia.
El ejemplo que siempre recuerdo es de una suegra que tuve. Ella siempre, cuando se refería a su vecina, la llamaba españoleta; incluso si era algo positivo. Ejemplo: a la españoleta le quedó divina la torta. Años conociéndose y siempre para ella fue, la españoleta.
Si eres quien esparce la xenofobia, por pequeña que te parezca; como cuando te expresas de alguna nacionalidad, puede que generalices algo negativo, incluso si los mismos nacionales lo dicen; no juzgues y pregúntate, para qué estás haciendo esa petición de amor.
¿Cómo se si tengo xenofobia?
Hay muchos niveles. Unos son poco perceptibles. Haz conciencia de tu forma de hablar hacia las personas. Si para hablar de alguien incluyes su nacionalidad, seguramente tienes xenofobia.
El ejemplo que siempre recuerdo es de una suegra que tuve. Ella siempre, cuando se refería a su vecina, la llamaba españoleta; incluso si era algo positivo. Ejemplo: a la españoleta le quedó divina la torta. Años conociéndose y siempre para ella fue, la españoleta.
En todos los países existe la xenofobia. Nuestra tarea no es ver cuál tiene más, porque así también caemos en ella. Tampoco debemos luchar contra ella, porque así la refuerzas. La solución está en ser luz para todos por igual.
Dicen que la xenofobia se cura viajando. A mí me la curó. ¿Qué opinas tú?
Bella experiencia de sanación... te felicito!!!
ResponderEliminarGracias Carolina, realmente fue una bendición
EliminarSoy venezolano, descendiente de españoles y de adolescente conocí lo que es ser victima de la xenofobia en mi país de nacimiento. Mi experiencia me hace inmune a esa enfermedad...
ResponderEliminarExcelente. Lo que creemos son malas experiencias en realidad son bendiciones para hacernos mejores
EliminarHola ! soy colombiana y a mucho honor ! he vivido por mas de 30 años en Venezuela y tengo una hija venezolana, y me tocó un poquito de xenofobia que no hizo mella en mí pero... sí me duele cuando oigo los malos comentarios hacia mis paisanos, quienes muchos de ellos vinieron a trabajar en el campo venezolano porque el criollo no le gustaba ese trabajo, o sea estaban colaborando en llevar la comida a la mesa de los venezolanos, dicho por los mismos dueños de fincas. Ahora cuando Venezuela está sufriendo esta debacle roja digo: la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. Por eso no debemos pensar que todo el tiempo vamos a estar arriba porque "todo lo que sube baja" y ahora le tocó a este país, al cual quiero y me duele. Ahora mi Colombia ha recibido a muchos venezolanos que huyen de este tirano genocida que ha destruido un país tan valioso, hermoso y hermano. Gracias Daniel por valorar y reconocer públicamente a los colombianos. Dios te bendiga.
ResponderEliminarGracias Karmen, muy cierto lo que dices. Todo esto que estamos pasando nos tiene que dejar muchas enseñanzas, una de ellas esa, a quienes fuimos así. Bendiciones para ti también y gracias por recibir a mis paisanos
EliminarExcelente história y un gran aprendizaje. La humildad nos abre todas las puertas del mundo y todos los corazones de las personas
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