El Dolor en Bogotá que la Regresó a Venezuela

Conocí a Nicole en una feria navideña. Era mi vecina de stand. Conectamos en el primer instante. Su simpatía alegraba los momentos en los que no pasaban clientes. Fue tan rápida y fuerte la conexión que le conté casi toda mi vida y no paraba de reír, incluso en las historias tristes. Ella me contó poco de la suya.  Me quedé con: “El mes que viene me voy a vivir a Bogotá con mi esposo”.

Ya desde ese momento la extrañaba y me preguntaba por qué uno conoce personas tan maravillosas para que al poco tiempo se alejen. (Esa respuesta la tengo, pero es tema para otro post)

Eligieron Bogotá porque ella había viajado antes allá y quedó enamorada del lugar. Se la mostró a él, cuando fueron a pasar un fin de año. En esa ciudad Alejandro le pidió matrimonio oficialmente y frente a todos los comensales que se encontraban en el restaurante bogotano. Era la relación perfecta a pesar de la diferencia de edad que tenían.

Se acercaban los días de partir y como les pasa a muchos, estaba estresada pero feliz. Preparando todo para dejar las cosas en orden, su empresa y los negocios de Alejandro. Llegaría a Bogotá en busca de trabajo y él a montar otro negocio.



Arribó a Colombia llena de ilusión y un poco de nostalgia al dejar su familia y amigos. Estaba feliz sin saber la tragedia que se aproximaba.

A los pocos días de haber llegado, Alejandro le dice que tiene que viajar a Venezuela. La sorpresa fue mayúscula e incluía miedo y preocupación. La duda no dejaban que Nicole reaccionase, por eso Alejandro rápidamente le explicó que uno de sus negocios requerían de su presencia. Realmente no fue muy convincente y menos porque la pareja había vivido un drama de infidelidad hace pocos meses; de hecho el viaje a Bogotá, era una última oportunidad de salvar un matrimonio que merecía todos los intentos posibles.

Nicole es católica, y su fe no le permite disolver una unión por la Iglesia. Esa misma fe la llevó a mantener su virginidad hasta los treinta años, cuando se comprometió con Alejandro. Él en cambio venía de dos matrimonios por civil y una hija.

Llegó la oportunidad de comprobar la trágica verdad. Alejandro salió, como de costumbre, para llegar tarde y bebido; poco quería estar en casa con Nicole. Así pues, ella pudo revisar su celular, que siempre dejaba en casa, debido a que en ese dispositivo, estaba configurado el plan telefónico, que les permitían hacer llamadas a Venezuela a bajo costo. Encontró mensajes de todo tipo con Carmela, la mujer que una vez, hace mucho tiempo fue pareja de él y con la cual tuvo varios años después, la primera aventura de infidelidad en el matrimonio con Nicole. También consiguió fotos íntimas, que aquella mujer  le enviaba. No conforme con todo lo que vio, llegó más allá y comenzó a chatear con esta mujer, haciéndose pasar por Alejandro. Carmela pensó que a Alejandro le pasaba algo, lo notaba menos cariñoso que de costumbre y es que Nicole, no podía expresar ternura en esa suplantación de identidad, cuando lo que sentía era mucha rabia. Aun así logró conversar por más de media hora, sin que Carmela se diera cuenta.

Ahora ya tenía toda la información y sin embargo no le dijo nada a él. Esperó que partiera a Venezuela, para apenas llegar enviarle un mensaje, advirtiéndole que lo sabía todo y se divorciarían. La reacción de Alejandro fue de aceptación.

Nicole comenzaría a buscar trabajo, en medio de una fuerte depresión; tan fuerte que pensó en prostituirse, en drogarse o cualquier cosa que la destruyera. Ya no merecía la pena vivir y tenía mucho miedo a suicidarse, aunque lo pensó varias veces, por eso era mejor la autodestrucción poco a poco. La desesperación era tal que difícilmente podía levantarse de la cama, muchos menos bañarse. El vacío parecía infinito, sin embargo encontró las fuerzas a tres calles, en un pequeño templo de la virgen de Lourdes, a la que ella es devota. Todos los días se dirigía hasta allá, era lo único que la hacía levantarse de la cama. Esa paz que recibía en ese lugar, logró que los pensamientos destructivos se fueran disolviendo.



Fueron muchos días, una eternidad hasta que decidió regresar a Venezuela. Sería duro, regresar tan pronto y con esa historia a cuestas, a comenzar desde cero, sin vivienda y sin trabajo.

Desde Colombia planificó su regreso y se comenzaron a abrir las puertas. Consiguió vivienda y clientes para su negocio. También planificó la primera parte del proceso de divorcio, que era sacar sus cosas de la casa de Alejandro y contar todo a su familia.

Alejandro se encargó de poner más difícil las cosas, cuando atormentaba a Nicole con mensajes amenazantes mientras estaba en Bogotá. También buscó la forma de incomodar a la familia de ella y quedar bien con su familia. Quiso culparla por el divorcio.

Al llegar ella a Venezuela, lo primero que hizo fue sacar sus cosas de la casa, juntando también insultos acumulados hacia él, quien nervioso llamó a su mamá para que lo apoyara en esa situación.
Ya metidos los papeles de divorcio y esperando los lapsos establecidos por ley; prueban intentarlo de nuevo. Hay que hacer el último intento en salvar el matrimonio. Ella no muy convencida, pero para aliviar la culpa que le atormentaba por destruir un matrimonio por la Iglesia, decidió dar otra oportunidad. Esa oportunidad la llevaría a matar lo último que sentía por él y darse cuenta que nunca dejaría a la otra mujer.



Ya no sufriría. Estaba bien, le iba bien. Su empresa vivía un gran momento y ella se sentía valiosa y hasta exitosa. Ahora fue fácil dejarlo y para siempre. Llegó el divorcio y lo festejó.

Nicole está ahora en Panamá. Una empresa le ofreció trabajo y se fue con gusto. Está abierta a una nueva relación, segura que hay un hombre honesto esperando para formar una familia. Perdonó a Alejandro, vive con ilusión y completamente bendecida. 

¿Cuán dispuesto estás a perdonar a tu hermano? ¿Hasta qué punto deseas la paz en lugar de los conflictos interminables, el sufrimiento y el dolor? Estas preguntas son en realidad la misma pregunta, aunque formuladas de manera diferente. En el perdón reside tu paz, pues en él radica el fin de la separación y del sueño de peligro y destrucción, de pecado y muerte, de locura y asesinato, así como de aflicción y pérdida. Éste es el "sacrificio" que pide la salvación, y, a cambio de todo ello, gustosamente ofrece paz...

 ...El perdón está siempre justificado. Sus cimientos son sólidos. Tú no perdonas lo imperdonable, ni pasas por alto un ataque real que merece castigo. La salvación no reside en que a uno le pidan responder de una manera antinatural que no concuerda con lo que es real. En lugar de ello, la salvación sólo te pide que respondas adecuadamente a lo que no es real, no percibiendo lo que no ha ocurrido. Si el perdón no estuviese justificado, se te estaría pidiendo que sacrificases tus derechos cuando devuelves perdón por ataque. Mas se te pide simplemente que consideres el perdón como la respuesta natural ante cualquier aflicción basada en un error que, por ende, no es más que una petición de ayuda. El perdón es la única respuesta cuerda, pues impide que tus derechos sean sacrificados. Un Curso De Milagros

Los nombres de esta historia fueron cambiados a pedido de la protagonista. El resto de los datos son verídicos.

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