Quiero un Mundo sin Fronteras



Hace muchos años mi prima me dijo: “Los países no deberían tener fronteras. Uno debería poder ir a cualquier lugar del mundo”. Me pareció una locura. Era una idea muy avanzada para mí en aquel tiempo. A pesar que mi prima, era una niña menor que yo, me cerré a plantearme una pequeña posibilidad. Me hice muchas preguntas, ¿cómo hace un país para protegerse de los peligros de afuera? ¿cómo se defiende de su vecino?. Pero, si no hay fronteras entonces no hay países. ¿Quién gobierna? Y desde ahí podría partir a más y más preguntas y bien complejas de responder. Por eso mi respuesta más sencilla y fácil fue: IMPOSIBLE!!!

Ese comentario inocente de mi prima, quedó en mí por casi treinta años. Ahora estoy más abierto a él, hasta el punto que yo mismo lo digo. Cuando he viajado y voy llegando a inmigración, con los nervios transferidos por tantas anécdotas de deportaciones, retumba en mí aquella oración, “los países no deberían tener fronteras” y me pregunto: por qué creamos las fronteras.

En estos tiempos que la emigración de venezolanos se ha disparado, las historias fronterizas abundan entre paisanos. Historias de personas que son devueltas a su país de origen. Personas que se preguntan: ¿se les olvidó como nosotros les abrimos las puertas? Hasta historias con claves para traspasar determinada frontera de forma exitosa. Sin embargo lo que me motivó a escribir sobre esto y lo que hizo que recordara de nuevo a mi prima, es que me cerraron otra frontera; de hecho, fue creada recientemente, porque antes no existía.


Ayer salí a entrenar; corriendo por la urbanización donde vivo. Hay varias calles cerradas con garitas o alcabalas por toda la zona; es muy común en Caracas desde hace muchos años.  Casi todas tienen un vigilante que pide los datos del vehículo visitante. Paso por varias en cada circuito que realizo; diferentes rutas según el nivel de entrenamiento. En todas saludo y continúo. Hasta que me topé con la nueva garita. Impenetrable, totalmente cerrada incluso para los peatones. Hable con el vigilante y se negó rotundamente a permitirme el paso, sin importar que vivo a dos calles de ahí. Todos somos sospechosos. Todos podemos ser una amenaza.
Recordé que hace unos meses cuando corría por esa calle, que mide aproximadamente un kilómetro y cuenta con un parque (cerrado con candado), una guardería y un club social; unos vecinos estaban reunidos y me dijeron que tuviera cuidado, que no corriera por ahí de noche, porque acababa de ocurrir un secuestro. Sólo dije gracias y seguí mi entrenamiento. Hace un tiempo que evito adoptar miedos de otros a mi vida.

Lo cierto es que las fronteras se crean por miedo y cómo todo miedo es fundado en una ilusión. El temor que sentimos viene de memorias, incluso el temor a lo que nos depare el futuro viene de algo que ya vivimos. El que hayamos vivido algo no quiere decir que se repita. Cuando alguien te dice “cuidado”, está recordando su pasado.

Ese miedo, derivado de la ilusión que el tiempo pasado puede volverse un bucle y perseguirte por siempre, sólo de hace daño; más daño del que te hizo el mismo hecho doloroso. Es torturarse eternamente por algo que quedó atrás.

Un Curso de Milagros dice: El milagro no hace sino mostrar que el pasado ya pasó, y que lo que realmente ya pasó no puede tener efectos.  Recordar la causa de algo tan sólo puede dar lugar a ilusiones de su presencia, pero no puede producir efectos”.

Con esto no quiero decir que no actúes ante un evento determinado. Simplemente mira en tu interior si lo haces desde el miedo.  De ser así, ese miedo te dirá que lo que haces no es suficiente. Siempre habrá excusas para fortalecer esa frontera o crear más. Hacer las cosas desde el miedo te quita la paz.

Lo que me deja todo esto, es que creamos muchas fronteras por temor a lo que sea. No sólo las físicas como las existentes entre países o las garitas que hay en Caracas. Existen millones de fronteras en nuestras relaciones. Son invisibles pero se pueden sentir. Están cargadas de miedo, aunque le llamemos odio. Fronteras al que me hizo algo, me difamó, me insultó, me traicionó, al que piensa distinto o al que tiene costumbres que me molestan. Las construyo en mi casa, mi trabajo, mi país, mi mundo. Son fronteras que quitan mi paz. Está en mí descubrirlas, sacarlas a la luz para que la ilusión de que existen se desvanezca.
"El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma."
Aldous Huxley

¿Seremos algún día capaces de vivir sin fronteras? ¿Cuáles son las tuyas?

Datos curiosos.

Me puse a buscar sobre fronteras y encontré cosas muy curiosas.
Ya conocía sobre la frontera en Baarle, entre Holanda y Bélgica. La línea que divide los dos países cruza indiscriminadamente por toda la ciudad y donde todas las personas la traspasan a diario. Lo que no sabía es que atraviesa negocios y hasta viviendas que quedan divididas en dos países y pagando dos impuestos. Existe una casa donde la línea cruza por la mitad de su puerta y cuenta con dos timbres.



Otro dato curioso es que en la punta más elevada del Everest se encuentra la frontera entre China y Nepal, siendo la frontera más alta del mundo.


Para finalizar copio textual: en India hay 71 enclaves de Bangladesh que, a su vez, tienen tres metaencalves indios en su interior. Y en Bangladesh hay 102 enclaves indios que tienen 21 metaenclaves de Bangladesh. Y también el único meta-metaenclave del mundo, un territorio indio rodeado por Bangladesh, que a su vez está rodeado por India, y todo ello rodeado por Bangladesh.

Fuente: El Clarin

Comentarios

Entradas populares